La empresa, un poderoso motor social
En su disertación del 23 de Julio en la Facultad Libre de Rosario, Emiliano Fazio abordó temas de RSE vinculados a la ecología, el consumo responsable y la economía solidaria.
Emiliano Fazio es fundador y miembro de la Comisión Directiva y Ejecutiva de Valos, organización mendocina que desde 2002 promociona la RSE explica que “los empresarios que tienen el compromiso de darle real coherencia a su gestión, se dan cuenta rápidamente que su aporte aislado tiene muy poco impacto, de aquí la necesidad de reunirse y coordinar acciones con sus pares, lo cual justifica la existencia de organizaciones como Valos.” Fazio enfatiza la importancia de este tipo de organizaciones, afirmando que “cuantas más empresas se organizan para ir en la misma dirección, más posibilidades tiene la RSE de cambiar el rumbo hacia una Argentina más justa y Sostenible.”
No se trata de compañías “perfectas” que pretenden juzgar el desempeño de las demás, sino que son un grupo de empresas que, entendiendo sus contradicciones, siguen un mismo camino de humildes aportes al mejoramiento propio y comunitario, “sin subestimar los pequeños actos que generan grandes cambios”, afirma Emiliano, convencido de que Valos es capaz de logros muy significativos, como lo demostró durante sus años de vida: programas de erradicación del trabajo infantil, 200 empresas participantes en Mendoza, construcción de una red nacional de organizaciones dedicadas a promocionar la RSE, y generación de opinión pública con más de 100 artículos sobre RSE en la prensa local, entre otras muchas actividades.
La crisis del 2001 tuvo mucho que ver con la toma de conciencia de que el empresario debe hacer algo más que filantropía. Emiliano relató la anécdota de un empresario que por aquel entonces se acercó a Valos para participar activamente en el mejoramiento de las condiciones socioeconómicas que resultaban desfavorable para la mayoría. Pese a que su empresa vitivinícola había experimentado un crecimiento exponencial gracias a las exportaciones, el empresario no podía sentirse ajeno a lo que sucedía. “Siento que estoy ganando al póker en el Titanic” dijo en una de las primeras reuniones de la naciente Valos.
Es que, como citó Emiliano durante su presentación, “no existen empresas exitosas en comunidades deterioradas”. Más tarde o más temprano, el entorno afectará el desempeño de cualquier emprendimiento. Por eso, la RSE. Al hablar de RSE estamos hablando “de cómo se genera riqueza, no de cómo se gastan sobrantes: hay que construir valor, pero sin destruir oportunidades”.
La empresa es un motor social muy poderoso como generador de riqueza y desarrollo. Pero a veces se hace empresa a cualquier precio, y es entonces cuando surgen los conflictos. Es uno de los motivos por el que Fazio dice que actualmente “el modelo de empresa está en crisis”, hecho aunado a la crisis en el modelo social y de trabajo, así como la alarma ecológica. El mundo se ha complejizado de tal manera que una empresa sólo puede ser sostenible en el tiempo si incorpora, en su ADN, un marco ético de respeto hacia sus públicos y hacia el medioambiente natural y social de los cuales la empresa se nutre constantemente.
“Se calcula que todas las empresas del mundo toman recursos del medioambiente por un valor estimado de 15 trillones de dólares al año, una cifra casi inconcebible” dice Emiliano. “Sin embargo esto no figura en los balances de las empresas”, explica con ironía. Los recursos que históricamente fueron considerados inagotables o renovables, se evidencian hoy tan frágiles y escasos que es imposible soslayar el cuidado de los mismos.
En Mendoza, por ejemplo, los especialistas aseguran que las reservas de agua de deshielo, que mantiene viva toda la región durante los meses de verano, se agotarán en menos de 20 años. “Los pronósticos más pesimistas dicen que esto sucederá en 13 años y los más optimistas, hablan de un máximo de 16 años” explicó Emiliano. Un pronóstico sombró para una provincia desértica en la que la población se concentra en las márgenes de los cursos de agua.
Según Emiliano Fazio, hay que rever el concepto de desarrollo. “Si ser países desarrollados implica seguir lo que hacen Estados Unidos y China, estamos fritos”, afirma. No es una exageración: Según los estudios de la llamada “huella ambiental” dejada por los humanos en medioambiente, se necesitarían 4 planetas Tierra para satisfacer nuestras necesidades si todos consumiéramos como plantea el paradigma actual.
Es menester que todos cobremos conciencia de que estamos implicados en los problemas comunitarios de una u otra manera. Tenemos la responsabilidad de modificar nuestros hábitos de consumo no sólo para reducir directamente nuestro impacto en el mundo, sino para brindar un ejemplo a los países industrializados, con la esperanza de que ellos mismos reduzcan su impacto, que es mucho más dañino que los del 3º mundo.
Como consumidores tenemos la posibilidad de actuar en pos de un cambio de paradigma empresario mediante el método de “premiar o castigar” con la compra. Así, es posible identificar empresas dañinas o de desempeño reprochable y no comprar más sus productos. “El consumidor tiene un gran poder –dice Fazio. El consumo consciente busca el equilibrio entre lo que consumimos y lo que sacrificamos para obtenerlo”
Un ejemplo de economía solidaria
Una de las experiencias más impactantes y esperanzadoras por el éxito alcanzado es el de la organización “El Arca”. Su slogan, “Productores + Consumidores” manifiesta la esencia de este sistema, una suerte de trueque, cuyo objetivo es crear una economía productiva en todo el cordón pobre de Mendoza, que abarca unas 100.000 personas. Establecida en el San Martín, un barrio cadenciado que se hizo tristemente célebre por los continuados hechos de violencia. Justamente quienes antes estaban involucrados en esta vida al límite, en la cárcel o sumidos en la drogadicción, son quienes lograron reencauzarse en la sociedad y ahora trabajan en la cadena productiva de “el Arca”.
Parte de la necesidad de un gran sector de la población de Mendoza genera emprendedores que no tenían oportunidades, los contiene en sus necesidades de desarrollo y moviliza consumidores (individuales, familias, negocios y organizaciones y empresas) que entienden y consumen esta cultura de desarrollo local justa y solidaria.
La organización nació por iniciativa de un sacerdote católico que decidió ofrecer a estas personas otra forma de vida. Hoy hay casi 1000 productores y consumidores (o “prosumidores”, como indica Fazio) participando en El Arca, institución que ellos mismos dirigen. “El Ministerio de Desarrollo dice que se trata del único caso donde se aplica exitosamente la economía solidaria”
Los prosumidores del Arca no quieren subsidios, regalos ni donaciones, sino que,con firme espíritu empresarial, quieren vender sus productos y buscan mejorar sus niveles de calidad para ser competitivos. “Realmente están erradicando la idea de pedir dinero y eso es increíble”, comenta Fazio con entusiasmo.
“Con un millar de personas, el Arca mueve una economía de transferencia de productos por un valor estimado de 4 millones de pesos, y lo hacen sin dinero de por medio”, dice Emiliano, si bien aclara que detrás hay un fondo común de inversión que continúa creciendo con el fin de que esta experiencia se haga extensiva a toda la población carenciada. Es que ahora las empresas se están involucrando en este circuito, aportando capital mediante la compra en efectivo de productos que recibirán durante los siguientes dos años. Como afirma Emiliano, los empresarios están abandonando la vieja idea de intentar “crear la necesidad” a la gente para que compre sus productos, y comienzan a producir lo que las personas realmente necesitan utilizando recursos que antes quizás no se tomaban en consideración.
“Creo que este tipo de sistemas va a transformar la realidad –sostiene el directivo de Valos– Por eso me involucro con El Arca”.
MOVERSE – Julio 2007
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